El sistema RGB, utilizado en las pantallas digitales, se denomina así porque utiliza el rojo, el verde y el azul como primarios aditivos para crear otros colores. Esto significa que, en teoría, el aspecto de cualquier color se puede simular comenzando con el negro (ausencia de luz) y añadiendo determinadas proporciones de luz roja, verde y azul. Cuando las cantidades de rojo, verde y azul son iguales y en su máxima intensidad, se consigue el blanco. Una ventaja del espacio cromático RGB es que presenta un bonito modelo para diseñar dispositivos de producción en masa que, o bien imitan el ojo (como escáneres y cámaras digitales), o bien intentan engañar al ojo para hacerle creer que ve muchos colores (como sucede en pantallas digitales y televisores). Por ejemplo, una cámara digital imita la visión en color midiendo las intensidades de luz roja, verde y azul que se reflejan de los objetos que se están fotografiando, mientras que un monitor de ordenador simula los colores mostrando distintas intensidades de luz roja, verde y azul.
DIFERENCIA ENTRE RGB Y sRGB
Hemos establecido ya que el sistema RGB ofrece una “receta” utilizada para crear colores en pantallas digitales mediante un espacio de colores aditivos. Sin embargo, como cada dispositivo es ligeramente diferente, los valores RGB necesarios para reproducir cualquier color dado variarán de un dispositivo a otro. En respuesta a esa variabilidad, en 1996 se creó el sistema sRGB para definir el perfil de color para una condición o dispositivo específicos.
El perfil sRGB se basaba en el monitor CRT “típico” del momento, tal como se percibía en un entorno diseñado para hacer coincidir las condiciones de visualización habituales en el hogar y la oficina. sRGB es el espacio cromático estándar para monitores de ordenador e Internet, puesto que las imágenes y los gráficos se verán en muchos y distintos tipos de dispositivos, y en condiciones de luz muy diferentes. Las imágenes de numerosos dispositivos digitales de consumo, como un teléfono móvil o una cámara digital, pueden no tener un perfil de color asociado con ellos, por eso numerosos flujos de trabajo asignan un perfil sRGB a los datos como la opción “segura” cuando se desconocen los datos de color reales.
Sin embargo, como el espacio cromático sRGB es muy reducido, los gráficos que se convierten a sRGB desde otros espacios cromáticos perderán gran parte de los datos de color.
CMY.
Si RGB es el modelo más sencillo de reproducción del color en las pantallas digitales, CMY es su alter ego en las aplicaciones de impresión. En lugar de empezar con el negro y añadirle luces de colores primarios para crear una gama de colores completa, como pasa con RGB, el modelo CMY hace la pregunta fundamental que define la impresión del color: “Si empezamos con el blanco, ¿cómo llegamos de vuelta al negro?”
La respuesta que ofrece el espacio cromático CMY es que habría que eliminar distintas cantidades de rojo, verde y azul del blanco original. En el caso de la impresión en color, sustraemos las longitudes de onda roja de la luz del blanco de una hoja de papel, usando un pigmento de filtrado (tinta), que permite el paso de todos los colores excepto el rojo. ¿Qué aspecto tiene la tinta “sin rojo”? Es el color denominado cian.
De manera similar, el magenta podría considerarse como tinta “sin verde” y el amarillo como tinta “sin azul”. Las tintas cian, magenta y amarilla de CMY se denominan primarios sustractivos porque empezamos con el blanco y las usamos para eliminar las longitudes de onda de la luz reflejada.
CMY funciona bastante bien en la teoría pero, en la práctica, este método requiere un poco de ayuda. Debido a las limitaciones prácticas de la fabricación de tintas y la realidad de la tecnología de impresión, para poder conseguir un negro verdadero, hay que usar tinta negra además de los primarios CMY.
CMY Y ASPECTOS PRÁCTICOS DE LA IMPRESIÓN: ¿POR QUÉ SE NECESITA EL NEGRO?
La forma más común de imprimir a todo color se basa en el uso inteligente de filtros de rojo, verde y azul (en forma de tintas cian, magenta y amarilla, respectivamente) para sustraer, o filtrar, las distintas longitudes de onda de la luz blanca reflejada por el sustrato. Podemos variar la cantidad de luz filtrada por cada tinta permitiendo que cierta parte del fondo (sustrato) se muestre sin filtrar. Esto se denomina “trama”. Un área de trama con un porcentaje uniforme de tinta (por ejemplo, una sección de trama compuesta de un 70 % de tinta cian y un 30 % de papel) se denomina “tonalidad”.
En teoría, cuando se combinan tonalidades iguales de cian, magenta y amarillo, se debería conseguir un tono neutro de gris* y cuando todas las tintas están al 100 % y el papel al 0 %, se debería ver el negro. No obstante, las tintas y papeles comerciales están lejos de ser perfectos y, cuando las tintas se imprimen una encima de otra, no siempre se comportan como sería lo ideal.
Es prácticamente imposible, por ejemplo, fabricar una tinta cian que filtre solamente el rojo y nada en absoluto del verde o el azul. El resultado es que cuando se imprime una sección con el 100 % de cian, magenta y amarillo, no se obtiene un negro puro. En su lugar, se obtiene un marrón oscuro con sobresaturación de tinta que puede provocar problemas de secado y que las hojas impresas se peguen entre sí. Para conseguir mejores negros y grises (incluida la tinta negra necesaria para el texto), las imprentas reducen cantidades globales de los primarios CMY y añaden cantidades de tinta negra. “CMYB” sería un nombre confuso para este proceso ya que la letra “B” se suele usar para referirse al azul (“blue” en inglés).
Por eso las imprentas usan la letra “K” de la palabra inglesa “Key” (negro) para formar “CMYK”, a este modelo también se suele hacer referencia como impresión en cuatricromía.
A las imprentas les gusta el hecho de que CMYK utiliza menos tinta, ahorra dinero y reduce el tiempo de secado. Pero CMYK no deja de ser una forma de impresión en cuatricromía, un término general para cualquier mecanismo que genere colores con cantidades de tintas primarias. De hecho, hay algunos sistemas de cuatricromía que usan hasta siete o más tintas primarias.
Es útil pensar en RGB y CMY como meras transformaciones entre sí. En realidad, CMY se puede considerar como una forma especial de RGB, una que usa cantidades negativas de rojo, verde y azul. La idea clave que hay que recordar con estos dos espacios cromáticos es que tres colores primarios, combinados de distintas maneras, son lo único que hace falta para engañar al ojo humano y hacerle creer que está viendo todos los colores posibles.
DEFINICIÓN DEL COLOR.
RGB y CMYK son a lo que nos referimos como espacios cromáticos dependientes del dispositivo, porque los resultados finales están estrechamente ligados al equipo y cómo se usa. Igual que no hay dos monitores que muestren los mismos valores RGB exactamente del mismo modo, tampoco hay dos prensas de impresión que reproduzcan de manera idéntica una serie de valores CMYK. De hecho, debido al extenso número de variables presentes en el proceso de impresión, reproducir una combinación CMYK determinada en seis prensas distintas dará lugar a seis colores diferentes.
La capacidad de absorción del sustrato, el aumento del tamaño de los puntos al expandirse, el grado de adherencia de las capas de tinta entre sí, y la capacidad de las tintas individuales de filtrar la luz tal y como se desea, son solo algunos de los factores que se combinan para crear una firma única para cada prensa y proceso de impresión. Si a esto se le suman los distintos niveles de mantenimiento, así como las distintas particularidades en la forma de trabajar entre un operario y otro, las variaciones en los matices del color son prácticamente ilimitadas.
Por este motivo, ni los valores RGB ni los valores CMYK se pueden usar para definir un color. En su lugar, es necesario pensar en RGB y CMYK como recetas para crear color. La receta particular necesaria para reproducir un color determinado variará de un dispositivo o proceso a otro.
IMPRESIÓN DE EMBALAJES POLICROMÁTICOS/CMYK+ (O ECG: IMPRESIÓN CON GAMA CROMÁTICA AMPLIADA).
La mayor ventaja de los formatos de impresión en cuatricromía como CMYK es que las tintas permanecen en la prensa y no es necesario cambiarlas de un trabajo a otro. Sin embargo, mientras la cuatricromía es el método de impresión más económico, algunos colores son, sencillamente, demasiado difíciles de reproducir con solo cuatro colores. En un entorno de impresión típico, se puede lograr alrededor del 55 % de los colores directos del sistema PMS (Pantone Matching System®) utilizando únicamente CMYK, con una diferencia visual apenas perceptible.
Si se añade un quinto, sexto o incluso séptimo color a la impresión en cuatricromía CMYK, es posible ampliar la gama para aumentar hasta el 90 % el porcentaje de colores Pantone que se pueden obtener. En Pantone han adoptado nuestra propia formulación para la impresión ECG (Extended Color Gamut) añadiendo al conjunto de tintas CMYK otras tres tintas base adicionales, a saber, naranja, verde y violeta (dando lugar a CMYKOGV) con el fin de producir la mayoría de los colores directos Pantone en la impresión policromática. El formato Extended Color Gamut ofrece las mismas ventajas que la impresión en cuatricromía, pero con menos limitaciones en cuanto al número de colores coincidentes con el sistema PMS que se pueden incluir en un trabajo.
La demanda por conseguir colores mejores, más rápidos y más económicos es más fuerte que nunca, y la tecnología de impresión ha mejorado para responder a las expectativas de los clientes en materia de calidad y eficiencia. Los sistemas de impresión Extended Color Gamut también han evolucionado; los dispositivos de 6, 7 y 8 colores han ganado en popularidad, sobre todo para la impresión digital y en gran formato. Globalmente, líderes y expertos del sector, así como las universidades, siguen trabajando para ampliar las posibilidades disponibles mediante pruebas continuas y avances técnicos. Para más información sobre Extended Gamut Printing, escucha a The Gamut Podcast.
IMPRESIÓN DE COLORES DIRECTOS.
Los colores impresos creados sin tramas ni puntos, como los del sistema PMS (Pantone Matching System), se denominan colores directos o sólidos. Los colores directos se mezclan específicamente a partir de una serie de tintas sólidas que tienden a hacerlos más limpios y más brillantes que los colores creados con un proceso de cuatricromía. Su pureza y consistencia los hacen idóneos para aplicaciones como logotipos corporativos y programas de identidad de marca, donde es imprescindible evitar incluso las variaciones más leves del color.
Los colores directos Pantone no solo proporcionan un color vibrante más saturado que las versiones de cuatricromía, sino que también aumentan la capacidad de reproducir y comunicar el color de la marca globalmente porque los estándares Pantone son reconocidos en todo el mundo. Como cada color se mezcla individualmente y se carga en la impresora, la impresión de colores directos es la más idónea para los trabajos de uno, dos o tres colores, y puede resultar más costosa que la impresión en cuatricromía.
Al hacer un pedido, las imprentas utilizan el número de identificación de los colores directos específicos o los mezclan con la fórmula de mezcla de tintas Pantone.
La creación de un color directo Pantone es, en su concepto, un proceso similar al de mezclar pinturas amarilla y azul para conseguir verde, solo que con un grado de precisión muchísimo mayor. Los colores directos se mezclan en la sala de tintas o a través de un proveedor de tintas, usando una paleta de 18 colores de tintas base y una fórmula de mezcla de tinta Pantone exclusiva.
Cada tinta debe incluir una ficha Pantone de referencia para garantizar que la imprenta logra el color deseado en la prensa. Los colores directos se añaden a un solo soporte de la prensa y se imprimen como color personalizado; una vez finalizado el trabajo, la tinta de color directo debe retirarse.
Más información detallada en: www.Pantone.com
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